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08/03/2021

Entrenamiento ético como estrategia clave en las organizaciones

A la mayoría de las personas les encanta trabajar en un lugar del cual siente admiración y orgullo. Cómo aprovechar este fenómeno

Autor: Carlos Rozen*

Fuente: iProfesional

Suelo mezclar en mi trabajo algunas disciplinas que podrían parecer que no tuvieran relación entre sí: gobierno corporativo, gestión de riesgos, compliance, control interno, transformación digital, filosofía, gestión del cambio cultural y gamificación. Hay ingredientes de estos que, si no están amalgamados, no cumplirán con el objetivo para el cual se implementan. 

Se suele decir que la base de compliance y su columna vertebral es la gestión de riesgos. Hay mucho de verdad en esto, pero a medias. La realidad es que compliance bien implementado, se basa en un importante ejercicio de gestión del cambio, sustentado en una importante cuota de liderazgo ético, educación y concientización en valores. Y como si fuera poco es importante coronar este combo, mediante el entusiasmo de la gente persiguiendo un propósito.

A la mayoría de las personas les encanta trabajar en un lugar del cual siente admiración y orgullo. Ahí es donde tenemos el blanco a apuntar porque este tipo de organizaciones se colmará de ganas, de energía.

La ética en las organizaciones es algo obviamente muy importante y pienso que los lectores que llegaron hasta aquí lo tienen claro. Sin embargo, es incluso más importante de lo que muchos creen.

La diferencia entre ética y moral

Antes de avanzar, detengámonos en la diferencia entre ética y moral desde una perspectiva filosófica. En las organizaciones compruebo que muchos consideran que es lo mismo o que se trata de cosas muy similares. Y definitivamente no es así. El comprender la diferencia es requisito fundamental para comprender dónde apalancar el cambio cultural ético.

Cuando hablamos de moral organizacional nos referimos a las costumbres, normas, y acuerdos establecidos por cada organización, dentro de una sociedad. Por ejemplo, la política anticorrupción pertenece al campo de la moral. Desde ya que este tipo de documentos formales son importantes y hay que tenerlos. Evidencian y clarifican la forma esperada de comportamiento.

Pero la ética organizacional va más allá. Es la reflexión profunda sobre la moral, con el propósito de examinar su validez y, además, es la reflexión sobre nuestra realidad y sobre cómo conducir nuestras decisiones y acciones consecuentes.  

Por ejemplo, un Código de Ética se halla en el dominio de lo moral. Y su cumplimiento sin reflexionar, solo porque hay que cumplirlo o porque el corporativo nos lo pide sin más explicaciones, es un cumplimiento moral y no ético. Y eso es algo muy problemático porque el ejercicio mental y de reflexión es un atributo esencial para tomar buenas decisiones basadas en la ética.

La ética juega un papel silencioso pero fundamental en nuestra vida laboral y/o profesional. ¿Cómo es esto? Se pone en juego día a día y en cada uno de nuestros actos.

Paradójicamente, si bien la ética organizacional estudia el comportamiento en sociedad dentro de una organización, la organización influye sobre el comportamiento del individuo. ¿Y entonces? ¿Qué ética manda?

La ética es uno de los conceptos más estudiado por la filosofía. La ética no nos resulta ajena a ninguno de nosotros simplemente porque somos humanos. A diferencia de otros seres vivos, somos capaces de racionalizar nuestros actos y de hacernos responsables de nuestras acciones. Pero, aunque sería deseable, esta reflexión no siempre ocurre con anterioridad al acto. Los seres humanos somos tremendamente irracionales al tomar decisiones, incluso más de lo que muchos creen. 

Entonces si la ética es la disciplina que nos ayuda a prever la consecuencia de nuestros actos y decidir en consecuencia, la colocaríamos como el antecedente más cercano a la gestión de riesgos. Sería algo así como la gestión de riesgos de nuestras propias acciones e inacciones.

La ética en una organización se va conformando, va creciendo y mutando de acuerdo con lo que hace cada ser humano y lo que hacen todos en conjunto. Pero sería ilusorio pensar que se gesta desde el primer día laboral. Se modela con mucha fuerza durante la niñez en el seno familiar, donde surgen y se cultivan todos los valores relevantes. También en la escuela. La educación ética es una de las manifestaciones más importantes en la formación humana. Los niños aprenden copiando. Ven y hacen. Y en las organizaciones ocurre lo mismo. Se le suele llamar tone at the top (El mensaje de la alta dirección). 

Desde arriba se marca el tono y la gente se moverá al compás. Y baja como tone at the middle para que desde allí siga derramando en todos los rincones de la entidad.

Cuando hablamos del tono de la alta dirección nos referimos, fundamentalmente a la forma en que los líderes en lo más alto de la organización influyen positiva o negativamente a través de lo que dicen, pero fundamentalmente de lo que hacen. Estos comportamientos son los que deseablemente alientan a mantener una conducta ética, alineada con los deseos de los decisores y en línea con la legislación vigente. Desde el sentido común, no es otra cosa que dar el ejemplo ya que el ambiente de control irá tomando la forma en que el alto management lo modele a través de sus actitudes.

La ética organizacional nos ayuda a reflexionar individualmente y también en conjunto sobre cuál debe ser el mejor comportamiento posible en cada momento, incluso ante lo que denominamos dilemas éticos (esas situaciones que ponen derechos en conflicto y que son complejas de resolver). 

Esto es muy necesario en las organizaciones porque decidimos todo el tiempo en ambientes complejos, con intereses contrapuestos, riesgosos y, a veces, hostiles.

Los líderes de las organizaciones tienen que entender que no podrán lograr adhesión absoluta a lo que esté escrito porque las personas son libres, y, como ya lo hemos mencionado, la ética está íntimamente relacionada con la libertad. Una persona porque es libre, podrá hacer uso de la razón, el entendimiento y la conciencia y es entonces responsable de sus actos, de los buenos y de los que no lo son tanto. Si no propiciamos el ejercicio de reflexión conjunta sobre las distintas situaciones reguladas, puede que el grado de adhesión no sea el buscado.

La ética empresarial contribuye a formar colaboradores capaces de razonar, decidir y encontrar por sí mismos la mejor aplicación de las directivas impartidas mediante mensajes, códigos, políticas y normas. Ser conscientes, protagonistas de lo que hacen en cada ocasión, hábiles para interactuar con todas las partes interesadas con responsabilidad y buscando el mayor beneficio mutuo entre la organización y las personas físicas e ideales que la rodean.

Debemos conseguir personas éticas en nuestras organizaciones porque estas reflexionan sobre la verdad de sus valores y eligen deliberadamente hacer lo correcto, por encima de lo conveniente.

Claves para trabajar en ética

Por supuesto que se puede trabajar en ética como podemos trabajar nuestros músculos en una sala de aparatos.  En el gimnasio de la ética pondríamos una rutina diaria que incluiría algunos ejercicios que nos ayudarían a mantener en forma nuestro carácter y aquí les dejamos algunos de ellos:

  1. Cuidado de la reputación: No pongas en juego tu reputación y prestigio personal. La gente confía en ti por estos atributos. Dale valor a tu palabra. No defraudes la confianza que los demás depositen en ti.
  2. Pensá bien lo que vas a hacer: Aprende a diferenciar lo correcto de lo incorrecto antes de actuar, pues si no lo haces cuando te toque navegar en los grises, no vas a estar preparado. A veces, si fuera necesario, demorar una decisión es una posición muy prudente y recomendable (si es que existe la posibilidad). Poner el tema a debate o consulta, mejor aún. No tomes decisiones complejas sin compartirlas con quien o quienes indiquen los procedimientos internos y, además, con quienes consideras tus líderes éticos.
  3. No utilices excusas del tipo no sabía, a mí jamás me dijeron, para justificar haber hecho lo que no se debe hacer. Al equivocarse, la mejor manera de comenzar a reconstruir confianza es pedir una disculpa sincera y sentida, y mostrar un plan de acción lógico para que no vuelva a suceder. Si no lo haces así, la gente tenderá a pensar que en realidad no fue un error, sino intencional. Y posiblemente tenga razón en muchos de los casos.
  4. Actúa con integridad siendo coherente en tu forma de pensar, decir y hacer. La integridad es uno de los grandes valores que resulta importante entrenar. Ser íntegros implica adquirir o desarrollar valores como la honestidad, transparencia y veracidad. Convéncete de que la integridad es una de las coas más importantes para moverse en una organización. Si no estás convencido de eso, estás frente a un potencial grave problema, y será cuestión de tiempo que comprendas mejor el motivo.
  5. Respeta las opiniones de todos, aunque no las compartas. No las descalifiques.
  6.  Y lo más importante: no hagas a otros lo que no te gustaría que te hagan a ti.

Carlos Rozen, Socio de GRC | Governance, Risk & Compliance de BDO en Argentina

 


 
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