Emilio García Silvero (A Coruña, 1977), director de integridad de la UEFA, era el candidato con mayores posibilidades de convertirse en el nuevo presidente de la Federación Española de Fútbol (FEF). Abogado, doctor en Derecho, ex de Harvard y con un máster en gestión de entidades deportivas, este último miércoles renunció a presentar candidatura. La decisión la tenía tomada desde hace un par de semanas. Ni el apoyo de dos personajes tan antagónicos y enfrentados como el presidente de la LaLiga, Javier Tebas, y el expresidente federativo, Ángel María Villar, han podido frenar su decisión. Los obstáculos para regenerar el viciado sistema que culmina con la elección del presidente del fútbol español han sido el leitmotiv para que abandonara la empresa.
Los motivos de la renuncia de García Silvero muestran la radiografía que describe los oscuros entresijos del fútbol español y de muchos de sus dirigentes. Principalmente, de la gran mayoría de los presidentes de las federaciones territoriales que sostuvieron a Villar durante 29 años y ahora reniegan de él tras ser encarcelado, suspendido por el Consejo Superior de Deportes (CSD) y finalmente destituido por el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD).
Algunos de estos barones regionales no estaban dispuestos a aceptar ciertos puntos del programa del desencantado aspirante. Normas que atacaban frontalmente al nepotismo y la red clientelar descritos por el juez Santiago Pedraz en el sumario de la Operación Soule. García Silvero pretendía que ningún presidente de territorial ocupase el cargo de vicepresidente, mucho menos en el área económica. Con esta medida trataba de evitar que emergiera otra figura como la de Juan Padrón, ex vicepresidente económico y mano derecha de Villar, que también fue encarcelado por Pedraz. Empleados, directivos y los propios presidentes de territoriales admitían y admiten en privado que el reinado de Villar también fue el de Padrón. Este era el encargado de repartir el dinero propio y el procedente de las arcas públicas destinado al gobierno y desarrollo del fútbol regional. Ante esta medida que preconizaba para evitar fuertes conflictos de intereses que Padrón obviaba, García Silvero se encontró con algunos barones de territoriales que se oponían. Otros qle aconsejaban que lo mantuviera lo más en secreto posible hasta que accediera a la presidencia. También encontró recelos en su intención de reglar los proyectos de futuro. Su idea era que cualquier contrato de servicios u obras que superara los 150.000 euros saliera a concurso público.
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