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13/01/2021

La tecnología se convierte en el factor decisivo en la era del compliance

La digitalización facilita herramientas para desarrollar las políticas de cumplimiento normativo, pero también acarrea nuevas exigencias regulatorias que complican su implementación.

Autora: Belén Rodrigo

Fuente: ABC Economia

El compliance o cumplimiento normativo, las políticas y estrategias que las compañías establecen para cumplir con el marco normativo vigente, lleva ya una década de grandes avances en nuestro país, a raíz de la reforma del Código Penal de 2010, que reconoció por primera vez en nuestro Derecho la responsabilidad penal de las personas jurídicas. Según un estudio llevado a cabo por CEOE, Ascom e IEE, el 75% de las empresas en nuestro país ya cuenta con sistema de compliance o tiene previsto implementarlo en los próximos cinco años.

Esta función interna de las organizaciones, que abarca la cultura ética y de respeto a las normas, para evitar daños tanto a la propia compañía como a terceros, tiene todavía mucho camino por delante y más con los continuos desafíos que se presentan, muchos de ellos fruto de la digitalización y la transformación tecnológica.

Toma de conciencia

Pero al menos las empresas han tomado conciencia de los múltiples beneficios que tiene la apuesta decidida y visible por una cultura de compliance. Van desde la elusión de sanciones a la mejora del clima laboral, de la confianza ofrecida a accionistas al mayor abanico de clientes y proveedores que demandan ese perfil de compromiso al contratar, de la prevención del fraude y la corrupción a la mejora reputacional, y así un largo etcétera de ventajas, enumera Daniel Vaccaro, profesor de EAE Business School. El compromiso por un entorno de cumplimiento normativo está abocado a ser un aliado inseparable del éxito empresarial, puntualiza. Tal y como recuerda Begoña Fernández, socia de Regulación y Cumplimiento de Deloitte Legal, ha habido un avance exponencial en materia de cumplimiento normativo, aunque en sectores como el financiero o el farmacéutico se viene trabajando desde hace más tiempo.

Si analizamos la relación entre digitalización y compliance hay varias lecturas posibles. Por ejemplo, la pandemia ha acelerado la digitalización de todos los sectores y muchas empresas se han asomado al e-commerce por primera vez o han acelerado su implementación con un obligado salto hacia delante, demasiadas veces sin evaluar debidamente las potenciales implicaciones a nivel de protección de datos, recuerda Daniel Vaccaro. Por otro lado, hay fenómenos regulatorios hijos de las redes sociales, como la obligatoriedad de controlar el flujo de fake news o de mensajes de odio, cuya adecuada gestión es esencial para gigantes digitales como Facebook o Twitter, añade.

Begoña Fernández destaca la importancia de que el cumplimiento normativo forme parte de la estrategia de la compañía para que se vea un cambio en el proceso. Recuerda que al implementarse los primeros modelos de compliance para evitar los blanqueos de dinero la digitalización se realizaba a través de herramientas de monitorización de los sistemas hasta otras más desarrolladas. El soporte digital informático ayuda a los riesgos y a los controles. Mantiene vivo el modelo. Existen herramientas específicas para detectar, por ejemplo, la autorización de regalos o los riesgos de terceras partes, como los proveedores. Desde hace cinco años se ha producido una democratización del compliance también en las empresas pequeñas y medianas. Se va exigiendo más, por parte de los socios, de los proveedores, es ya un tema de negocio, apunta Fernández.

Es evidente que el entorno empresarial está hiper regulado e irá a más en el futuro. Valga como botón de muestra el crecimiento exponencial en la última década de normativa medioambiental, de gestión de contenido online (protección de datos, fake news, hate speech…) o cuestiones de paridad e igualdad de género. Es una realidad imparable y va a requerir de mayor compromiso, medios y dedicación por parte de cualquier empresa en cualquier sector, indica el docente de EAE Business School.

Talento para la causa

Como consecuencia de la referida reforma legal de 2010 y su posterior evolución en 2015 las empresas han ido siendo consciente de la necesidad de contar con una persona responsable de supervisar el cumplimiento normativo. El llamado Compliance Officer (oficial de cumplimiento en español) realiza tareas de seguimiento, control, implementación, captación y notificación a los órganos de gobierno de la empresa. En 2016 nos empezamos a poner serios en materia de cumplimiento normativo y desde 2017/2018 vimos que el compliance officer es un perfil interesante y cada vez más buscado en las empresas», explica Julia Suderow, directora del curso de experto de Compliance Officer que imparte Deusto Business School. Esta profesión ha llegado para quedarse. Se están creando nuevos puestos de trabajo o se asumen estas funciones. Se trata de un plus muy recomendable para las grandes empresas y todas aquellas que trabajan con la Administración Pública, matiza Suderow.

Una figura que ya está instituida en las compañías de mayor tamaño, y en las pequeñas en algunos casos su función la realiza un órgano colegiado. Se trata de un comité de cumplimiento que se reparte por distintas áreas el trabajo del cumplimiento normativo.

 


 
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