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24/04/2018

Dos claves para la certificación de un plan de compliance

La certificación del plan de cumplimiento asegura que la organización actúa de acuerdo con los valores por los que se rige, es el instrumento más adecuado al alcance de sus responsables para garantizarse de que se respetan y se mantienen los principios que la inspiran en la consecución de su misión y el logro de sus objetivos.

La certificación requiere de dos hechos sustanciales: que la organización, la empresa, cuente con unos principios o valores que puedan ser considerados como propios, que entren en la definición de su perfil y constituyan parte esencial de su cultura como entidad corporativa; y que sus responsables quieran comprometerse personalmente y comprometer a los demás para que las cosas se hagan de acuerdo con aquello que consideran relevante en los modos y maneras con las que debe de obrar la organización.

 

Contar con unos principios y valores como parte de la cultura corporativa

Un plan de compliance va a requerir de la organización que defina formalmente, si es que todavía no lo ha hecho, cuales son los valores que considera más relevantes. En algunos casos será poner por escrito “el espíritu de sus fundadores”, o determinar de qué manera “para nosotros las personas son lo primero”, o explicar cómo en su actividad “el cliente es lo principal”, o qué considerar como “ser líderes en su campo”.

Cada vez son más las organizaciones que han formalizado y que hacen públicos su misión, visión, objetivos y valores; también las que se aplican a señalar para sus empleados un código de conducta.

Pero, ¿se preocupan realmente de que los valores se respeten y el código se cumpla? Trabajar en un plan de compliance que pueda ser certificado ayuda poderosamente a pasar del pensamiento a la acción.

 

Indiscutible compromiso de los máximos responsables de la organización

El fundador de la empresa, los socios, el consejo de administración, el equipo directivo, que quiere que las cosas no solo se hagan sino que “se hagan bien”, debe en primer lugar predicar con el ejemplo.

Si dirigir es liderar, que no espere puntualidad en los empleados el jefe que es impuntual en el ejercicio de sus responsabilidades, ni un trato amable a los clientes por parte de los dependientes el supervisor que los desprecia en sus comentarios.

Pero el buen ejemplo no basta, así como el malo además de ser dañino se nota, el ejemplo cuando es bueno pasa desapercibido, es más tiende a minimizarse o a ponerse en duda: “ya me gustaría ver que haría en estas circunstancias”.

Si además de liderar hay que dirigir, es necesario que el compromiso por que las cosas se hagan bien sea evidente, a título personal y como responsable de exigírselo a las personas que forman parte de la organización.

Pero, ¿se transmite con eficacia el compromiso efectivo de la dirección con los valores asumidos de tal forma que convenza a todos de la necesidad de aplicarlos?

La certificación del plan de compliance es el instrumento más adecuado para confirmar y extender con garantías una cultura de cumplimiento y asegurarse la aplicación práctica de un código de conducta desde el más alto nivel hasta el último extremo de la organización.

La norma ISO 19600 establece unas directrices de carácter universal para el establecimiento de sistemas de gestión del compliance, la norma UNE 19601 define los requisitos necesarios para que un plan de cumplimiento pueda certificarse, la norma ISO 37001 señala los requisitos para certificar un sistema específico de gestión antisoborno.

 

 

Por Juan Bosco Gimeno

Miembro asociado de la WCA

Auditor de la WCA

 


 
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